Por Sole Hott (@solehott)
Estar lesionado es una de las peores cosas que le puede pasar a un runner, quizás el mayor temor. Estoy lesionada y se los digo sin filtro: ¡lo he pasado muy mal! Es imposible no sentirse deprimido. Te pasas los peores rollos, repasas qué hiciste mal sin una conclusión satisfactoria y, sin importar el diagnóstico, tienes la mala e hipocondríaca idea: “no voy a poder correr más”.
La primera etapa de la recuperación es asumir la lesión y eso es lo más difícil. Desde el estado en cuestión les digo que uno primero piensa en negativo y cuesta llegar a asimilarlo, pero una vez que lo logras el camino a la recuperación se hace un poco más liviano. Aunque todo sería mejor si no tuvieses que escuchar cosas como ‘no es para tanto’, ‘dos meses no es nada’ y ‘eso es lo más normal del mundo’. Esas frases convierten a aquellos que las pronuncian en potenciales enemigos.
¡Vayan a decirle a Gary cuando se lesione: “oe dos meses fuera de la cancha no es nada”! No estoy al nivel del Pitbull, pero sé que él lo entendería. Sí, es para tanto, dos meses es harto y no es lo más normal del mundo. Incluso llegué a buscar en Google a los futbolistas lesionados (tenía que hacerlo para sentir apoyo).
En los años que llevo corriendo hoy paso por mi segunda lesión y les puedo afirmar que hay ciertas cosas que no se pueden evitar como el estado de ánimo por el suelo y un grado de idiotez al nivel que ni uno mismo se aguanta, lo malo de eso…los más cercanos sufren las consecuencias y al kinesiólogo también le llegan malas caras y palabras poco amables. Aún cuando no es su culpa y es quien te ayudará a recuperarte, en ese momento de negación nada importa.
Sólo los que se han lesionado entienden. De partida tienes que dejar de hacer algo que te gusta, te arrepientes de todas esas veces que no saliste a correr, el cajón de la ropa deportiva no cierra porque ¡está TODA la ropa adentro!, cuando llegas a tu casa temprano piensas “podría estar corriendo”, los sábados en la mañana son un suplicio y se vuelve cada vez más irresistible la idea de salir a correr sola para despejarte. Solo tus amigos runners le ven el lado positivo: “ahora puedes salir hasta tarde los viernes”.
Estar lesionado es muy distinto a no querer salir a correr, es como que te castiguen sin recreo en el colegio. No es por opción y ahí está la clave, digan lo que digan, no es agradable. Aún cuando las bases de una recuperación sean el apoyarse en profesionales, no deprimirse, aprender de tus errores y aprovechar el tiempo libre, seamos sinceras, yo les vine a decir lo que de verdad pasa…estos no son los 5 consejos para pasar una lesión porque de que la superas, la superas. Enojarse es una de las etapas y hay que respetarla como tal, para que luego lleguen las otras. Solo así logras verle el lado positivo.
Por suerte la peor ya pasó y hace unos días me tomé un café con un amigo lesionado y comentamos todo esto. Casi como grupo de apoyo (en serio debería existir uno tipo “amigos runner lesionados”) terminamos riéndonos de nuestra fase de odio al mundo y dándonos apoyo para una pronta recuperación. Ya no miro feo a mi kinesiólogo, no odio al mundo y sé que la lesión pasará, sin embargo, les digo que no es fácil y si bien no debería ser normal lesionarse, sí es normal enojarse. Ya pasó la etapa negativa y la nube negra pasó a ser un parcial variando a despejado y sé que Gary le pondría el hombro.