Me demoré en escribir esto. Fueron días post muy agitados y creo necesitaba ponerme de nuevo las zapatillas para decantar la experiencia de haber completado mi primer maratón. Corrí el domingo pasado 42k en Buenos Aires, y este domingo los 21k en WeRun San Francisco. ¿Una locura? Puede ser pero, a veces, así se dan las cosas. Por eso creo que terminada la experiencia en EE.UU. recién pude darme la oportunidad de escribir sobre mi maratón.
Lo primero que me quedó claro es cómo nos engañan las expectativas. Creí que correr un maratón sería devastador con mi cuerpo, que terminaría destruida, incapaz de retomar mis actividades. Pero fue todo lo contrario. No sé si fue la riguridad de mi entrenamiento, haber caminado post o haber repuesto correctamente los nutrientes post lo que me ayudo, pero como dicen mis amigas ‘terminé como tuna’. Nada de lo que había proyectado se cumplió, porque todo lo que creía se cumpliría eran las cosas más trágicas. Esa maldita costumbre de poner una nube negra donde no debería estar.
Por el contrario, todo el recorrido por Buenos Aires fue maravilloso. Seguí mi ritmo, disfrute de la ciudad, el ambiente, de la compañía de mi querida amiga Paula con la que hice toda la carrera ( igual que los largos previos), me maravillé con la voluntad de las personas, con la generosidad de los amigos y con el amor de mi pololo que me esperaba en la meta. Terminé bajo el tiempo esperado y con la sensación de que podría haberle ‘puesto’ un poco más. Fui demasiado cautelosa, me dejé gobernar por esos miedos que me siguieron durante toda la preparación.
No las voy a latear con el relato de cada kilómetro, pero sí les puedo decir algo: ¡atrévanse! No sólo a correr maratón sino a desafiarse con cosas que creen imposibles, como yo con esta ‘misión’. Porque no se requiere ninguna condición especial además de la voluntad y la pasión.
Decantamos la experiencia y acá algunas palabras sobre lo qué significo completar nuestro primer maratón.