Aunque el reloj marque más de 30 grados ¡a correr sin excusas! Acá te dejamos 4 consejos para que tu motivación no decaiga con el calor.
- Acostúmbrate a los cambios de temperaturas de a poco
Aunque la refrescante sensación del aire acondicionado se sienta como estar en el paraíso estos días, no hay que abusar, sobre todo si luego saldrás a entrenar al aire libre. Para evitar sentirte sofocada y fatigada con el calor, lo mejor es acostumbrar tu cuerpo de a poco y evitar a toda costa los golpes de frío o calor. El cuerpo distribuye mucho mejor el flujo sanguíneo si lo aclimatamos gradualmente, lo que permite aumentar la producción de sudor. Además estarás previniendo resfriarte, porque si bien por estas fechas abundan bastante menos que en invierno, nadie está libre de un latero resfrío de verano.
Para saber más sobre la importancia del sudor, no te pierdas el post “5 verdades sobre la transpiración”.
- Ni agua ni duchas muy frías
Aunque después de entrenar en verano tengamos unas ganas loca de tomarnos un vaso de agua congelada y de meternos a una ducha muy fría, no exageres con las temperaturas. Sobre la misma línea del consejo anterior, para no debilitar tus defensas lo mejor es es bajar la temperatura corporal gradualmente.
- Evita entrenar al aire libre en horarios peak
Este consejo lo repetimos (casi) tanto como el la importancia de la protección solar o de mantenerte hidratada, y aquí va de nuevo: evita a toda costa entrenar en los horarios que hace más calor y cuando la intensidad de los rayos UV es más peligrosa. Aprovecha que hay muchas más horas más de luz natural para salir a correr bien temprano en la mañana o más tarde luego del atardecer. Eso sí, no descuides tus horas de sueño, porque el lado B del horario de verano es que las horas extra de luz reducen la producción de melatonina, lo que estimula a dormimos más tarde y despertar más temprano.
- Afloja con la intensidad
Al entrenar con calor los músculos se relajan para evitar el aumento de la temperatura corporal (en invierno pasa lo contrario, se contraen), por eso nos da la sensación de quedarnos echadas en algún lugar más fresquito en vez de salir a entrenar. Es normal, tu cuerpo está evitando el sobrecalentamiento, y por eso también puedes sentir tus piernas más lentas y debiluchas al correr. Por esa razón, antes de sentirte fatigada afloja con la intensidad, empieza a correr lentamente para darle el tiempo necesario a tu cuerpo a que se acostumbre y mantente MUY hidratada. Si es necesario baja tu ritmo o reduce un par de kilómetros, lo importante (¡como siempre!) es disfrutarlo.