Correr cuando estás agotada, se puede. Soy una corredora lenta y la verdad me gusta. Por supuesto que trato de mejorar mi ritmo y especialmente en carreras lo doy todo, pero tengo claro que no voy a ser de las rápidas y soy feliz con mi tiempo aunque no deje con la boca abierta a nadie. Cuando entreno sola esto no es ningún problema, pero la cosa se pone compleja cuando voy acompañada, sobre todo estos últimos meses en que empecé a correr con mi pololo que es harto más rápido.
No es que corra a su ritmo (¡no olvidar que cada una debe respetar su ritmo!), pero me da tanta lata cuando incluso si el baja su ritmo, yo igual quedo raja… Y como una es lenta, pero digna, prefiero no decirle cuando cada fibra de mi cuerpo quiere parar y ¿qué hago? Aplico alguna de estas técnicas milenarias, que seguro más de alguna habrá puesto en práctica.
- Bendito (o maldito) semáforo. Aunque cuando corremos tratamos de evitar las calles con semáforos, la verdad es que en mis momentos de “me va a dar algo” son unos verdaderos salvavidas en medio de mi agonía. Diviso uno y empiezo mentalmente “que toque roja, que toque roja…”. Yo se que es una tontera, porque me queda la embarrada con mi ritmo, pero a ustedes no las puedo mentir, es lo que mi alma pide a gritos: ¡UNA LUZ ROJA POR FAVOR!
- El viejo truco del moño. Menos mal no tengo el pelo corto, porque hacerme el moño es mi técnica más salvadora para recuperar el aliento. Así que cuando necesito unos segunditos ¡ups, se me salió el colet! Según mi estado me hago una cola en un par de segundos, o si la situación es más seria aplico modalidad trenza, que me da un poco más tiempo.
- Parar a cambiar la canción. Es un clásico de todos los tiempos y que seguramente más de alguna habrá aplicado en silencio. Aunque esta técnica está quedando media obsoleta ahora que todo se controla con el reloj, en los mismos audífonos o por voz, pero como yo soy fiel a lo old school, es mi cartita bajo la manga igual.
- ¡Ups! Los cordones. Esta sí que es la madre de las técnicas de quick-stop e infalible. Parar a abrocharse los cordones no falla, eso sí, es importante que te hagas a un lado de la ruta para ‘abrochártelos’, para que nadie vaya a tropezar contigo mientras estás agachada.