Cuando comenzamos a correr y ya nos acomodamos corriendo más kilómetros aparece también la necesidad de ir más rápido. Este anhelo es posible siguiendo algunas pautas que nos permitirán trabajar la resistencia y también la velocidad. Pero vamos con calma.
Si estamos comenzando: “lo primero que se debe entrenar es la resistencia aeróbica, que nos permitirá crear una condición física para lo que queremos construir a futuro. Igualmente debiera estar acompañada de rutinas de fuerza o entrenamiento funcional y flexibilidad para, luego de un par de meses, incluir trabajos de velocidad”, explica el profesor de Ed. Física y docente de la Escuela de Salud Duoc UC de Viña del Mar, Felipe Aranda.
Cuando comenzamos a correr más kilómetros, se vuelve más fácil recorrer distancias menores a mayor velocidad. Pero si queremos realmente progresar, debemos fijarnos en el tiempo que nos demoramos en completar 1 kilómetro. Felipe Aranda explica que: “si corro 8K en 48 minutos, quiere decir que tengo un promedio de 6 minutos por kilómetro. Si corro 5K, podría llegar a 5:30 por kilómetro. Realizar estos pequeños cambios beneficiará el rendimiento en el corto plazo”.
Estos son algunos tips para trabajar ambos objetivos en paralelo:
- Combinar intensidades en cada entrenamiento durante la semana (además de hacerlo menos monótono).
- Alternar trotes, largos, y trabajo de velocidad.
- De a poco incrementar el kilometraje en los días de fondo o largos.
- Si estamos preparando una carrera larga, las series de 400 o 1000 metros, o bien correr pocos kilómetros a un ritmo mayor, servirán para mantener un buen ritmo durante la carrera.
- Las últimas semanas antes de una carrera (de 21 o 42K) es recomendable un entrenamiento con resistencia y velocidad, para mejorar el ritmo de carrera y la tolerancia a los cambios de velocidad propios de una carrera (y la ansiedad).
- Si lo tuyo son las distancias cortas (3 o 5K, por ejemplo), es importante tener un fondo aeróbico y realizar largos de 10 a 12K.