Desconéctate, un mensaje obligado. Es que desde que volví a ser una estudiante sin salario, mi holgado plan de telefonía móvil pasó a ser una escueto pero cumplidor prepago, aunque con megas de navegación que nunca me alcanzan hasta fin de mes. Así que a partir de la 3ª semana de cada mes, cuando salgo a correr, el celular solo me sirve para escuchar música y sacarme la selfie correspondiente. De redes sociales o mails nada.
Y la verdad es que esta forzada ‘desconexión’ digital de alguna forma ha permitido que me conecte mucho más con el entrenamiento y sobre todo con mi cuerpo cuando se recupera. Cuando termino mis kilómetros no llegó y saco el celular ( Las reglas de una corredora en redes sociales) sino que me quedo sentada mirando el mar o el parque, sintiendo como mi respiración vuelve a la calma y por supuesto, pensando cualquier cabeza de pescado, pero consciente.
No le di demasiada importancia hasta que hace unos días leí un artículo en que un equipo de running mega pro (los Beasts de Seatle) contaban de una singular regla de entrenamiento: nada de aparatos tecnológicos al menos media hora después de correr. ¿La razón? Este tiempo unplugged les permite reflexionar sobres sus sensaciones. “El sintonizar con los altibajos del entrenamiento ayuda a los atletas a celebrar sus éxitos, aprender de los errores y detectar pautas”, explicaba el coach del equipo Danny Mackey.
Y el hombre está en lo cierto, palabra de runner. No se trata de hacerle la cruz a la tecnología, porque obvio que es entretenido subir una fotito o darse una vuelta por Instagram, pero de todas maneras les recomiendo tomarse un tiempo para recuperarse conectadas con su cuerpo y mente, no enchufadas al celular, reloj o al compu. El mundo seguirá ahí ladies, y no habrá ninguna copucha tan buena que no pueda esperar 30 minutos.