En varios post anteriores les he comentado de los mantras que recito en voz alta en las carreras de largo aliento. También de cómo me hablo en tercera persona para darme ánimo (cucú) y recuperar la confianza (4 claves para no perder la confianza). La primera vez que lo hice me salió sin querer queriendo; corriendo mi primera media maratón hablarme en voz alta me salió con la misma naturalidad que si estuviese alentando a una amiga. Desde esa vez, nunca dejé de echarme barra fuerte y claro, y de sentir el efecto que tiene escucharme.
Y la cosa tiene su razón de ser. Recitar un mantra varias veces estimula los circuitos de la mente cognitiva que busca modos de convencernos de que realmente es así, y que podemos lograr lo que tanto repetimos. Por eso, mientras más no digamos a nosotras mismas frases motivacionales, más posibilidades tenemos de creérnoslas y de hacerlas realidad. Eso sí, es importante que elijas frases positivas y afirmativas, por ejemplo “Soy fuerte…” o “Yo puedo…”, y que evites incluir la palabra “No”.
Acá les dejo 3 situaciones en que un mantra de ánimo será muy bienvenida!
En cuestas empinadas… No te enfoques en cuanto falta, sino que pon atención en lo que has recorrido, y felicítate por lo que has subido.
En cuestas hacia abajo… No te dejes llevar por el impulso de la bajada y dosifica tu energía. Si es necesario, recuérdate que debes frenarte y mantener un ritmo suave y ligero. Como diría Luis Fonsi, a mi me funciona “despacito María Paz, despacito”.
En los últimos kilómetros de una carrera de largo aliento… Visualiza la meta, el momento de la llegada, y todo lo que has recorrido para llegar hasta ahí. No pienses en cuanto queda, sino que enfócate en la sensación de la llegada. Las piernas te dan, de eso no hay duda, pero dale el punchi necesario a tu cabeza para disfrutar a fondo la prueba superada. Yo me repito “¡Ya llegaste, ya llegaste!”.
Y ustedes ladies, ¿qué mantra tienen?