Seguimos recogiendo testimonios de MDS2015. Esta columna la escribió Fabiola Guerrero, quien después de meses de intensa preparación corrió sus primeros 42k. Una experiencia que aún la tiene en las nubes, super feliz. Una verdadera motivación para quienes esperan algún día cumplir esta hazaña.
Por Fabiola Guerrero (@MafitaGuerrero)
Con Maratón de Santiago 2015 terminó una linda etapa de mi vida: la preparación para mi primer maratón. Como dice mi profe Cristian Acevedo: “se sufre en los entrenamientos, el maratón se disfruta” y eso fue exactamente lo que viví este domingo. Nunca dudé que llegaría a la meta porque, ladies, si nos proponemos algo… ¡lo logramos!
La energía que se vive en el encajonamiento es increíble, ahí dejé fuera todos mis miedos y comencé a dar los pasos inciales de esta gran aventura. Los primeros 10K se sintieron cómodos; en el 15K empecé a ver a mis amigos y familia y la sensación de que no corres sola es mágica. En mi cabeza constantemente pensaba que esto era lo mejor que había vivido como atleta amateur: la buena onda de tu ciudad, los amigos y la familia…compartir esto con ellos ya me hacía sentir ganadora.
El calor fue un factor que consideré desde un principio y como muchas de ustedes, yo me deshidrato facilmente. Tomé todas las medidas del caso, mucha hidrathttps://www.ladyrun.cl/ladyrun/wp-admin/post-new.php#ación previa a la carrera y ese día JAMÁS me salté un puesto de hidratación (esto es ley). Me había preparado para ese ‘verdadero maratón’ que decían se experimentaba entre Grecia y Kennedy. Ese famoso falso plano de Vespucio lo preparé mentalmente por meses y saben qué … nunca vi el famoso muro (30K). ¡No hay muro chiquillas! Los muros son mentales, los creamos nosotras o los tomamos prestados de otros, no son realidad.
Reconozco que mi energías bajaron durante el 35K al 38K, ya era de bajada pero estaba cansada, ahí jugó un rol vital un compañero del club (CAMSI) que me acompañó en bici, animándome constantemente porque insisto ¡nunca se corre sola! Ya en Providencia, sentía que estaba tan cerca que no podía rendirme, mágicamente me llene de energía y comencé a correr mucho más rápido, con mis emociones a flor de piel pasé Santa Lucía y mientras veía la meta mis ojitos se llenaron de lágrimas de felicidad…¡shegoh el momento!
Crucé la meta llena de amor, felicidad y plenitud. Ok, no cumplí con todo el programa al pie de la letra, pero ¿qué importa? Ahora soy muy feliz sólo por haber podido vivir esta experiencia.
Crédito foto de portada: Matías Bull de www.trailchile.cl