Una de las razones por las que empecé a correr fue bajar de peso, seguramente la motivación con la que varias arrancaron en el running. Ahora -5 años después- no tengo el cuerpo fit que alguna vez idealicé, pero sí logré un punto de equilibrio entre lo que soy y mis aspiraciones, sin sabotearme frente al espejo y sobre todo cuidándome y queriéndome tal cual. Llegó el día en que me fleché conmigo.
A mis 31 años finalmente comienzo a asumir que ya no fui y que nunca seré una mina flaca. No me considero gorda, pero sí el tema del peso por años ha sido un ítem no menor en mi vida. Bajo un kilo, subo dos; bajo tres antes del verano, me voy de vacaciones subo los mismos tres; regreso y bajo dos; me enfermo de la guata bajo uno; me llega la regla lo vuelvo a subir… y así ¡non-stop!
Si me pagaran luca por cada vez que prometí que el lunes empezaba la dieta o que dejaría el pan, ahora estaría guatita al sol en una isla privada en Fiji y con una suculenta cuenta bancaria en Suiza, ¡les juro! La cosa es que de tanto empezar dietas momentáneas, me olvidé de analizar lo que tenía, de hacer cambios chicos pero eficaces, duraderos, y sobre todo de aceptarme y quererme más.
Pero algo pasó desde que cumplí los 30 (además de que mi metabolismo se puso más lento y mis cañas empeoraron heavy) que aprendí a sentirme más cómoda con mi cuerpo y con mi contextura. Por supuesto me sigue preocupando cómo me veo y si me siento gorda o en un mal momento trato de bajar de peso y ordenarme, pero de alguna forma logré liberarme de la angustia de querer un cuerpo que probablemente nunca tendré y de vivir en función de cambiarlo.
No digo que no me cause envidia cuando veo un cuerpo fit en Instagram o que no sueñe con correr en peto y con los abdominales marcados, porque obvio que sí, pero ya no me la paso queriéndolo, sino que me estoy haciendo cargo de lo que tengo y de sacar el máximo provecho. Esto es lo que hay, ¿y con esto qué hacemos?, pensé. No tengo abs pero tengo lindas piernas, no tengo cintura pero soy pechugona, no corro rápido pero soy resistente, no tengo linda letra pero escribo a la velocidad de la luz en el compu, cocino pésimo pero entretengo a punta de conversación al cocinero, y así… entendí que entre sabotearme por lo que no tenía, valía mucho más la pena quererme por lo que sí.
Y si hay alguna que esté en ese camino, les recomiendo humildemente que hagan lo mismo. Siéntanse minas y cool, secas, y verán cómo la energía que proyectan es la que reciben. Lo que somos y cómo nos presentamos ante el mundo es pura energía, se los prometo; así que vamos por un lunes sin empezar la dieta, con pan o con lo que queramos, pero sobre todo arranquemos la semana piropeándonos como nos merecemos. A los 30 al fin me enamoré de mí, ojalá a ustedes la llegue el flechazo antes… La buena noticia es que nunca es tarde, porque siempre es un amor correspondido.