Estas últimas 6 semanas fueron intensas. Quizás demasiado. Por eso lo que voy a confesar a continuación, les adelanto, no es algo que tenía planeado, simplemente pasó y si le preguntan a un especialista, seguramente, no lo recomendaría. El 11 de octubre corría mi primer maratón y, después de más 5 meses de preparación, me sentí bien, muy bien. Lista para seguir corriendo para siempre.
Al domingo siguiente, y también después de 1 año de planificación, tomaba otro avión para correr 21K en WeRun San Francisco con cinco de las increíbles amigas que he hecho corriendo.El viaje con la Sole, Vicky, Dani y Tete era mi gran compromiso del 2015, pero la ansiedad por correr maratón fue más fuerte. Creí que si iba a ‘pasarlo bien’ no sería complicado cumplir con dos compromisos tan seguidos. Error. 7 días después de mi primer maratón los 21K de San Francisco se me hicieron difíciles, me dolieron los pies , las piernas y el espíritu, como nunca antes…pero la carrera era tan espectácular que el dolor pasó a segundo plano. Lo olvidé todo al terminar.
Luego vinieron las ‘vacaciones’ y la intensidad bajó naturalmente. En las 2 semanas ( donde recorrimos California en auto con las cabras) que siguieron no corrí más de 15K ¡en total! Mis piernas necesitaban un descanso y pensé que con eso sería suficiente. Y llegando a la casa vino WeRun Stgo, el cierre de la temporada y la última carrera del año en mi calendario. Costó, dolió y la herida de mi dedo chico, que comenzó en Buenos Aires, adquirió vida propia cuando crucé esa meta. De todas maneras seguí corriendo aunque sin energía, sin ganas y sin pasión.
La semana siguiente de WERUNSTGO y como todos los jueves, pasé a buscar a Daniela Paz. A las 7 AM comenzamos correr y hablar, camino al entrenamiento. La diferencia era que esta vez íbamos las dos cansadas, cada una con sus razones, pero las dos bajoneadas porque no teníamos el mismo entusiasmo que hace un par de meses. ¿Fin de año? ¿Musho runnning?
Concluí, por mi parte, que necesitaba otras vacaciones. Pero no de las zapatillas, no quiero parar de correr. Y no lo he hecho.Lo que sí me di cuenta que era mi cabeza necesitaba un descanso. Ahora sí que necesito correr para ‘pasarlo bien’, sin presiones, sin mirar el ‘plan de entrenamiento’. Necesito sentir que puedo correr 5K y que está bien, que no hay cifras correctas al revisar el ‘volumen’ semanal y que los largos del fin de semana son una obligación. Hasta comenzar la preparación para una nueva carrera ( que seguramente será Maratón de Santiago) las zapatillas irán donde mi cabeza les diga, y no al revés como en los últimos meses. Esas son mis verdaderas vacaciones.
¿Les ha pasado?