Culpa de corredora…¡a todas nos ha pasado! Se nos fue inscribirnos para una carrera y vemos como todos nuestros amigos runners se alistan para correr mientras nosotras desayunamos y lo vemos desde el celular. O quizás no fue una buena semana en términos logísticos y ya son varios días en los que no te amarras las zapatillas. Oye, tal vez ese viernes quisiste salir de fiesta y esos gin tonic impidieron que el sábado le hicieras caso al despertador.
Mi departamento tiene vista a la calle Colón. Y créanme, cada vez que no salgo a correr, me tomó un café mirando por la ventana hacia la calle, y observo como decenas de runners de todas las edades sacan a pasear sus zapatillas y suman kilómetros, mientras yo solo sumo arrepentimiento.
Por otro lado, está la comparación: cuando en primera instancia te sientes orgullosísima de tus 5K pero luego vez en Instagram que tu amiga hizo 15K. ¿Debiste ponerle más empeño?
Lo cierto es que si nos ponemos a pensar, hay cientos de motivos por los que podríamos sentirnos culpables las corredoras. Oye, si me pongo a hilar fino, me siento culpable cuando corro y dejo a los niños con el papá un domingo por la mañana. Pero así como ese caso es súper ridículo, las situaciones anteriores también lo son.
Cuando evaluamos qué tanto empeño o cuánto de nuestra parte le ponemos al entrenamiento, no podemos quedarnos en los detalles cotidianos o en los problemas puntuales: hay que ver el plano general y enfocarse en lo que sí hicimos. Por ejemplo, quizás durante una semana no corrimos tanto, pero sí hicimos preparación física. O quizás redujimos la actividad deportiva, pero hemos estado trabajando en nuestra alimentación y en la ingesta de agua.
Corremos con distintos objetivos: porque nos encanta y hace felices, porque estamos preparando una carrera o porque queremos llevar un estilo de vida activo y saludable. Y ninguno de esos motivos se verá afectado porque no nos levantemos a las 7 am el sábado. Sí, la disciplina es fundamental cuando la motivación se acaba, pero también tenemos que ser empáticos con nosotros mismos y comprender que, a veces, no está mal tomarnos un respiro o salirnos del camino momentáneamente.
El running- y el deporte en general-, no es un amigo rencoroso. Al contrario, siempre espera que regreses, en las condiciones que sea, para decirte: “Venga, retomemos”. Y entenderlo así quita un gran peso de encima.